lunes, 18 de abril de 2011

Una memoria no oficializada

Por Lucía Durán

Texto de presentación de la exposición de fotografías
OTRO CIELO NO ESPERES
Jueves 14 de abril de 2011


Tengo el gusto de presentar esta exposición de Francois Cocó Laso, reconocido fotógrafo y director de fotografía, artista admirado y amigo querido.
“Otro cielo no esperes”, una frase que Borges le presta de su poema “El Instante”, nombra esta selección meticulosa de fotografías extraordinarias plasmadas hace unos años en una publicación y hoy en esta exposición.


La muestra revela una mirada personal, aguda, a ratos punzante. Imágenes que dan lugar, con o sin pretensión, a una crítica situada en los intersticios de la fe, la identidad y el poder. Tras cada imagen hay preguntas íntimas, una intencionalidad estética, un trabajo serio y sistemático en el orden de la visualidad.
Quisiera sin embargo, con el permiso de Cocó, salir por un momento del indudable valor de tu obra en términos de visualidad para llevarlo a otro terreno: la memoria.
Encuentro en el carácter sostenido de su mirada - 10 años de trabajo sobre los rituales de semana santa en Quito - una de las razones por las que estas imágenes se nos presentan con tal fuerza y profundidad. El auto nos dice que no pretendió hacer un trabajo etnográfico y tampoco un ejercicio de corte histórico, y sin embargo termina siendo un documento de memoria, que va tomando distancia de las representaciones oficiales, para situarse en lo que Walter Benjamin denominó los “pliegues” de la historia, esos pequeños lugares ocultos que requieren paciencia, minucia para ser vistos y mostrados.
En otro texto del mismo poema elegido para nombrar las imágenes, Borges dice.

“El presente está solo.
La memoria erige el tiempo.
Sucesión y engaño es la rutina del reloj.
El año no es menos vano que la vana historia.”

Pues bien, esta muestra de fotografía independiente se sitúa en la memoria que erige el tiempo, en aquella historia que no es vana ni espectacular, que no recurre, siguiendo con Benjamin, al “tiempo vacío y homogéneo”, al “érase una vez”, a la imagen eterna del pasado cuya función es llenar nuestra aspiración identitaria y construir la máscara.
Estas imágenes pertenecen a una memoria no oficializada, escasa, la que no veremos en los circuitos mediáticos generalizados como reediciones que se disfrazan de novedad. Se sitúan distantes de las miradas planas, turísticas dominantes en el espectáculo de las tradiciones y procesiones en América Latina, en que los sujetos se despolitizan, en su fe se representan como actores y la fe misma como un performance que se apresta a ser capturado, que se construye desde el patrimonio para ser capturado y fijado. En estas imágenes no encontraremos lugares comunes, exotismo, neutralidad o romanticismo.

Este valor de memoria es algo fundamental en la fotografía independiente. Ella tiene la posibilidad de arrojar estas miradas otras, estos sentidos otros y quizás la posibilidad también de encontrarnos con algo que se siente más profundamente como lo propio. Vernos, pensarnos y sentirnos. Imágenes que hacen parte de un relato por construir, que son un documento de valor para la ciudad, para debatir lo identitario, lo popular, la naturalización del patrimonio mismo en clave industrial y global.

La fotografía independiente necesita impulso, ocupar un primer plano, como documento, arte y concepto. Los apasionados de la fotografía documental y de la fotografía independiente queremos ver más creación, más muestras, más impulso, más publicaciones, mas diálogo, queremos ver más y más y este es un buen paso. Felicitaciones nuevamente querido Cocó y a todos los amigos que te acompañan, están invitados a un encuentro con la búsqueda de la redención y la continuidad, con el purgatorio en todo lo que de dolor tiene, brillantemente plasmado en sombras, detalles, partes y piezas de la teatralidad religiosa andina.



1 comentario:

Sara Tilleria dijo...

Justo estaba investigando un poco el trabajo de Coco Laso, y encuentro esta pagina. Solo quiero decir que su trabajo me inspira, y me hace un poco acuerdo al instante decisivo de Bresson, aunque ya haya pasado casi un siglo de su época. La riqueza visual que trae a mis ojos sus fotografías es vasta. Le felicito a Coco Laso por este libro que pone en evidencia al religiosidad que se vive en Quito diariamente, otro aspecto de nuestra cultura.


Sara